martes, 5 de abril de 2016

Crónica de un intercambio (2)

Desembarcamos, entramos de nuevo en el edificio de la terminal y buscamos un mostrador en el que nos informen de la situación: una huelga de controladores aéreos de Francia es la causante de la cancelación. Tras tres horas haciendo cola, apenas nos habíamos movido del sitio. Para entonces la compañía aérea cambiaba el billete a quien lo quisiera por otro a un destino de España para el sábado o domingo siguientes. Los profesores hacían gestiones por teléfono con la agencia de viajes.


La situación ya no era preocupante, sino desesperada. Algunas de las más de quinientas personas que estaban haciendo cola llegan a organizarse para alquilar un autobús desde Roma a Santander (38 horas) a 150 euros por persona. Afortunadamente nuestra agencia de viajes, Catam Tours, gestionó de modo eficaz el entuerto: solicitamos la devolución del importe del billete cancelado y la agencia compró billetes para el vuelo Roma-Bilbao del martes 22 de marzo, con otra compañía y desde el otro aeropuerto de Roma, Fiumicino.

A partir de ese momento nuestros alumnos, que estaban en contacto con sus correspondientes italianos, fueron recogidos en el propio aeropuerto por las familias italianas, que les abrieron de nuevo sus puertas con una amabilidad y generosidad que desbordaron nuestras previsiones. Teníamos por delante dos días más en Roma sin haberlo buscado, cuando esperábamos ya volver a casa y dábamos por finalizada nuestra visita.

Haciendo de la necesidad virtud, decidimos seguir aprovechando esos dos días. Así, el lunes 21 nos acercamos hasta San Juan de Letrán y Santa María la Mayor, que nos habían quedado pendientes. El martes 22 pudimos terminar el desarrollo de la arquitectura barroca visitando San Andrés del Quirinal contraponiéndola con la ya visitada de San Carlos. Todavía tuvimos tiempo de entrar en la Palazzo Massimo, que aloja una importante colección de escultura clásica.


A las tres de la tarde del día 22 arrancaba el autobús con destino a Fiumicino desde la estación de Termini. Llegamos con tiempo suficiente para subir de los primeros al avión, quizá porque estábamos deseando ya llegar a casa. El vuelo fue tranquilo; el regreso, doblemente deseado.

Ahora nos toca devolver al grupo italiano la hospitalidad que han tenido hacia nosotros, especialmente en la circunstancia tan difícil que nos tocó vivir. ¡Os esperamos!

N.B.: Fotos de Inés Herrero.

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